Comedor De Corazón (Rafaela): Los dueños de la pelota

Un día se abrió un maletín repleto de billetes. Desde entonces, ellos se han creído sus dueños. Empresarios se han asociado con dirigentes. Los representantes estrecharon sus manos con medios de comunicación. Los jeques, aburridos de tanto lujo, entraron al juego.

Irrumpieron el marketing y la publicidad. Contratos obscenos. Salarios estratosféricos. Ganancias de nueve o diez cifras. La sedujeron con chequeras, poder ilimitado y números que alimentarían a un país entero. Pero, al final de todo, la pelota no entiende de ambiciones desmedidas y siempre vuelve. ¿Adónde? A los pibes de potrero, a las canchitas, a los clubes de barrio, a las familias.

Y mientras se la disputan maletines, ella es feliz con el grupo de amigos que se junta a pasar el rato. O con los pibes de panza vacía que van al potrero a ser felices por una hora o dos. O con un padre, una madre, una abuela, un tío que quieran compartir momentos con los más chicos. Con vos, conmigo y con los millones que nos abrazamos aquel 18 de diciembre sin preguntarnos con qué político simpatizábamos más.

 

La pelota es feliz con Luciano, que dedica su vida a transmitir los valores del fútbol a los pibes de Rafaela (Santa Fe), en el Comedor De Corazón. Ahí, donde no llegan los brazos del negocio, es donde están los legítimos dueños de la pelota. Y ahí es donde vamos a estar nosotros.