Antes de los mapas modernos, los GPS y los satélites de metal, las personas viajaban mirando al firmamento para no perder noción de dónde estaban pisando. Cuenta la historia que, hace dos milenios, fue la Estrella de Belén la que marcaba el paso de los Tres Reyes Magos.
Pasó el tiempo y la tecnología nos dio una mano. Ya no necesitamos camellos, brújulas ni conocimientos astronómicos para viajar. Y no nos hace falta una luz en el cielo. Pero en el EAS la tenemos.
Nuestra estrella está en los valores de compromiso, voluntad y humanidad, que nos siguen llevando a cualquier punto del conurbano bonaerense (o del país) para seguir haciendo lo que más nos gusta. También en las miradas de agradecimiento de las personas con las que nos involucramos. En las sonrisas de ellos y ellas, quienes este sábado en Pequeños Gigantes recibieron sus regalos y jugaron con nosotros en nuestra kermés solidaria. Y en las palabras de ánimo de todos nuestros seguidores, quienes nos siguen demostrando que hay esperanza y sobran motivos para levantar la cabeza, para seguir adelante a pesar de todo.
Por ahí el paso del tiempo nos volvió viajeros más torpes. A veces podemos no saber bien dónde poner la luz de giro o en qué momento bajar de la autopista. Pero siempre llegamos. Tenemos una estrella infalible.