Karina no lo podía creer. -¿Cómo que el nene nunca fue al colegio? ¡Si ya tendría que empezar primer grado! -dijo horrorizada. -Es que estoy sola en casa, tiene un hermano que ya va al colegio, mi mamá tiene Alzheimer y no me alcanzaba el dinero para mandarlo a jardín -respondió la madre muy acongojada. -Además, no consigo vacantes en escuelas primarias que acepten a un nene que no haya ido al jardín.
Estábamos en el comedor Corazones Alegres de José León Suárez, partido de General San Martín. En una de las visitas que Karina y otro grupo de pediatras y odontólogos hace siempre en barrios de emergencia. No sólo revisan la salud a cada niño, sino que además hacen un relevamiento en donde se enteran que los chicos no van al colegio o no tienen DNI ni vacunas. Fue allí que descubrimos la historia de Tobías.
Karina no se quedó conforme con la respuesta. Pensó enseguida de qué manera podía solucionarlo. El plan era concreto: ella se encargaría de conseguir un cupo en un colegio de la zona gracias a un par de contactos que tenía. Rita -la encargada del comedor- y el EAS nos ocuparíamos de confirmar que Tobías realmente fuera a la escuela el día de comienzos de clases.
Así fue como Kari logró que lo acepten en el “colegio de los monoblocs”, como se lo conoce en la zona. Y desde el Equipo le conseguimos la mayoría de los útiles que le faltaban, porque el listado de materiales era largo y costoso. Tobías pudo ir por primera vez a la escuela con esa sonrisa honesta y sincera, con ese peinadito impecable, sin poder dormir la noche anterior por la emoción… La misma que sentimos todos los que participamos para que esto se haga realidad. -Se lo ve que está feliz Tobías. ¿Viste esa sonrisa que tiene? Está feliz–, dijo Rita, con el conocimiento y la sabiduría de quien lo ve todos los días.
Yo soy Tobías. Nosotros somos Tobías. También tuvimos una edad en la cual teníamos que arrancar la Primaria. Algunos de nosotros tenemos hijos que van a Primaria. Conocemos la emoción de comenzar una nueva etapa. La ansiedad por conocer a la maestra, los nervios por lo desconocido… Pero lo que no sabemos es qué se siente cuando se duda si se va a ir al colegio. Porque ni nuestros padres, ni nuestros hijos ni nosotros tuvimos que pensar en cómo hacer para comprar los útiles y conseguir una escuela. ¡Cómo cuesta conseguir todos los elementos de la lista de materiales, los libros, la mochila, el uniforme! Obvio que fue difícil y molesto, como seguramente vos sentiste. Pero jamás se dudó que alguno de nuestra familia asistiera a clase, como le pasó a Tobi.
Seguramente estarás podrido de la política. Pero te cuento un secreto: esta historia es hacer política. No la política partidaria, que estamos seguros de que sirve y mucho. Esto es hacer política personal. Dejar de buscar culpables por lo que pasa, sino pensar qué hacer para solucionarlo. Obviamente ni Karina, ni Rita ni el EAS tenemos la capacidad ni los recursos para solucionar absolutamente todo, pero sí algunas cosas. A Tobías esto literalmente le cambió la vida…
Y no te creas que dejamos de hacer muchas cosas de la vida cotidiana, ¿eh? Probablemente nos llevó el tiempo que le dedicamos a conseguir un alquiler para ir de vacaciones o para organizar un cumpleaños. Las personas no se manejan por “tiempos”, sino por “entusiasmos”. Sencillamente es encontrar qué inconveniente te entusiasma y dedicarte. Lamentablemente en nuestro país está lleno de Tobías que necesitan que los ayuden. Y no sabés lo gratificante que es. Te invito a sentir esa maravillosa sensación…