Fue una tarde de verano con el termómetro explotado en Buenos Aires y, tranquilamente, podíamos habernos quedado en el sillón de casa, frente a algún ventilador o debajo de la ducha fría. Sin embargo, la temperatura no nos asustó. En un viernes extremo, desafiamos el calor, cargamos la camioneta y nos movimos hasta José C. Paz, donde nos esperaba el corazón del Sol.
Sole, la principal responsable del merendero Sol de María, nos recibió con los brazos abiertos. No se siente intimidada por las inclemencias climáticas. Nada le quita la sonrisa. Esa sonrisa con la que se levanta cada día para alimentar a 260 pibes y pibas del noroeste del conurbano bonaerense.
Las donaciones que le acercamos incluyen un anafe, utensilios de cocina, útiles escolares y alimento no perecedero, para que a los chicos y chicas no les falte nada en este caluroso comienzo de clases.
Así es como desafiamos al clima extremo. No con aires acondicionados, ventiladores ni piletas, sino con nuestra mejor ironía de verano: al calor le salimos a pelear con calidez.