Círculo virtuoso

¿Sabés cuánta gente hay que quiere ayudar y que no sabe cómo? ¿Sabés cuánta gente e instituciones necesitan ayuda y no tienen los medios para darse a conocer? ¿Sabés cuántas personas se cruzan por la calle, cada uno en su mundo, sin siquiera imaginarse que se complementan?

Alejandro, uno de nuestros colaboradores asiduos, siempre nos aporta algo y no necesariamente material. Muchas veces nos da ideas para encarar nuevos proyectos. A partir de un contacto de él fue que indirectamente (casi por casualidad) llegamos a “Pequeños luchadores”.

Nos encontramos a Graciela y su merendero. Conocimos su mundo, sus sueños e ilusiones, así como sus necesidades a cubrir. Entablamos un vínculo con ella y con el barrio Las Casitas. Nos pusimos a trabajar a fondo: cada uno de los sectores del EAS arrancó con sus tareas asignadas, dialogamos, investigamos, hicimos una lista y un cronograma de tareas. Lo publicamos en nuestros medios y dimos inicio al plan de acción.

Sonó nuestro teléfono con la novedad que estábamos esperando: nos estaban donando un freezer, tal vez la necesidad más urgente de “Pequeños Luchadores”. Y totalmente gratis. ¿El detalle? Nos estaba llamando Marga, la suegra del mismo Alejandro.

Quien nos dio el primer empujoncito en este largo trayecto hacia el merendero de Graciela fue quien cerró el círculo. Él y su familia tenían para donar y no descifraban adónde ni a quién. Ella no sabía cómo conseguir lo que faltaba en su comedor. El círculo virtuoso estaba ahí, ya dibujado y evidente, pero nadie lo veía.

¿Quién sabe? Por ahí Graciela y Alejandro se hayan cruzado en algún momento por las calles de Zona Norte del Gran Buenos Aires, cada uno en su mundo, sin imaginarse que entre los dos había un ciclo perfecto. Sólo requerían que alguien les trazara las líneas. Y para eso estamos nosotros.