Ver el mundo con sus ojos

Tal vez no lo parezca, pero hay mucho contenido espiritual en el Día de la Niñez. Si corremos del camino lo material, lo comercial y lo superficial, podemos ver que este domingo tiene mucho más que envoltorios rotos y regalos abiertos.

Por supuesto, nos llena el corazón las ilusiones de los pibes y las pibas cuando reciben lo suyo. Pero, al margen del contenido del paquete, ellos y ellas entienden todo mucho mejor que los que ya pasamos la línea de la adultez. Dentro de su inocencia e inexperiencia, tienen muchísimo que enseñarnos. Y lo hacen, aunque sea difícil de vislumbrar.

No necesitan artefactos sofisticados ni obsequios extravagantes. Con muy poco, hacen mucho. Lo que para los adultos y las adultas parece insignificante, puede resultar el disparador hacia un universo de fantasías y sueños descomunales, incomprensibles para los que hace rato guardamos nuestras infancias en el baúl de los recuerdos más lejanos.

Detrás de cada pibe y piba abriendo sus paquetes, hay un mensaje mucho más profundo que lo meramente comercial: existen la pureza, la inocencia, la imaginación, los mundos por crear. Están los valores puros y las respuestas simples a cualquier problema. La algarabía por fuera de lo material. Los sueños en grande. Todo lo que ellos/as, sin darse cuenta, nos enseñan cada día a quienes nos olvidamos de nuestra infancia y que volveríamos a disfrutar si tan solo, por un mínimo instante, pudiéramos ver el mundo con sus ojos.

¡FELIZ DÍA DE LA NIÑEZ!