Destapar una cerveza. Pedir un café. Calentar agua para los mates. Poner la parrilla. Descorchar un vino. Así comienzan las historias que más nos gusta contar.
Y hoy las percibimos en cualquier rincón: la atmósfera está saturada de historias. Donde sea que giremos el cuello este miércoles, escucharemos la pava hervir, veremos la chapita de la cerveza girar por los aires y oleremos en cualquier esquina el carbón empezando a tomar temperatura. Esos rituales que nos acarician los sentidos y nos dibujan una sonrisa en el rostro.
Porque cada sonido de pintas brindando o corchos disparados nos hace entrecerrar los ojos para llevarnos de viaje a nuestra propia mesa, con una versión de nosotros mismos seis años y ocho días más jóvenes. En aquella tarde de sol repleta de amistades, nos permitimos volar con la imaginación hacia un mundo más justo y solidario, sin desigualdades ni indiferencia.

En aquel entonces, entre risas y copas, agarramos la lapicera y decidimos empezar a escribir una nueva página en nuestra historia de amistad. No sabíamos en aquel momento que estábamos inaugurando un libro. Y mucho menos que hoy, seis años y ocho días más tarde, esta demencia solidaria se fuera a haber viralizado a este nivel, con tantos amigos y amigas que se nos unieron en el camino y con una organización en constante crecimiento.
Así que este 20 de julio te pedimos que, al margen de la comercialidad que se le otorga a la jornada, te acuerdes de tu gente favorita, al menos, un rato. Que llenes el aire de anécdotas, que no te guardes ni un gramo de risas o de llantos y que aproveches esa atmósfera especial para dar rienda suelta a la imaginación. Así comienzan las historias más fascinantes que se hayan contado.