Esa noche, el debate entre amigos se centró en un tema recurrente: qué hacer para que las cosas mejoren. Y, como tantas veces, los proyectos de Equipo de Amigos Solidarios pasaron al centro de la escena. Proyectos que en general emocionan, logran apoyo, incentivan el sentido de pertenencia, pero también a veces se ven como un maquillaje para la enorme cantidad de problemas que tiene nuestra sociedad. “Lo que ustedes hacen está bueno, pero no alcanza”, fue la conclusión de uno de los participantes de la charla. “Tu planteo es espectacular, pero lograrlo es utópico”, determinó otro.
Hoy hace exactamente seis años que comenzó EAS, el día que socorrimos a gente que estaba pasando una catástrofe puntual. Allí nos dimos cuenta de que colaboramos en un momento crítico y sirvió mucho, pero sobre todo descubrimos que sabíamos organizar. Que lograríamos buenos objetivos si nos lo proponíamos. Pero, sobre todo, tuvimos una sensación hermosa, nos sentimos completos, por lo que nos juramos compromiso y persistencia en el tiempo.
El primer día llevamos comida a un hogar. Al mes, logramos acercar útiles a un colegio. Más adelante conseguimos un anafe nuevo para que un comedor deje de cocinar a leña. Hasta que Aurora, la encargada de un merendero, me regaló un pan horneado por ella misma en agradecimiento por todo lo que le llevamos. Ante mi negativa a recibirlo ya que no me parecía justo recibir algo a cambio, me dijo: “Necesito que aceptes algo hecho por mis manos, porque es mi manera de retribuirte con lo que puedo”. Ese día entendí que este era el camino. No solamente teníamos que socorrer a los que menos tienen, sino que debíamos armar un proyecto en donde la solidaridad sea lo principal. En donde cualquier persona pueda contar con quien sea sin importar sexo, religión, idea política, estrato social, equipo de fútbol o cualquier separación que exista. Que todos pongamos nuestra capacidad para ayudar al otro, porque la guita importa, pero no es lo único. Importa el conocimiento, el ayudar, la buena onda, el sentirse bien, el mejorar, la utopía de pensar distinto, pero pensando juntos…
De repente, nos constituimos en una empresa para ayudar. Están los que se toman el laburo de investigar qué proyecto vale la pena encarar de verdad. Porque no podemos solucionar todos los problemas pero ese, ese que está a nuestro alcance segurísimo que sí. También están los que consiguen todos los elementos necesarios; los que son especialistas en comunicación para contártelo; los que saben mucho de números y administran; los que saben arreglar de todo; los que saben de sistemas; los que saben, pero sobre todo ponen ese saber para ayudar a otro.
De repente, nos constituimos en una empresa para ayudar. Están los que se toman el laburo de investigar qué proyecto vale la pena encarar de verdad. Porque no podemos solucionar todos los problemas pero ese, ese que está a nuestro alcance segurísimo que sí. También están los que consiguen todos los elementos necesarios; los que son especialistas en comunicación para contártelo; los que saben mucho de números y administran; los que saben arreglar de todo; los que saben de sistemas; los que saben, pero sobre todo ponen ese saber para ayudar a otro.
De repente, nos constituimos en una empresa para ayudar. Están los que se toman el laburo de investigar qué proyecto vale la pena encarar de verdad. Porque no podemos solucionar todos los problemas pero ese, ese que está a nuestro alcance segurísimo que sí. También están los que consiguen todos los elementos necesarios; los que son especialistas en comunicación para contártelo; los que saben mucho de números y administran; los que saben arreglar de todo; los que saben de sistemas; los que saben, pero sobre todo ponen ese saber para ayudar a otro.
El paso fundamental para lograr una utopía es el primero. El animarse parece difícil, pero luego te das cuenta de que no lo es tanto. Sobre todo, cuando observás que esa utopía se convierte en un chico que se sanó, en un comedor que funciona mejor, que se genera una comunidad y un vínculo entre el que ayuda y el que recibe esa ayuda. Todo gracias a tu trabajo, personalidad y conocimiento.
No te pido que pienses lo mismo que yo o que creas que el camino correcto es este. Sólo te invito a que lleves adelante tu idea para cambiar lo que te parezca que está mal por el camino que creas mejor. Eso es una gran utopía, pero sólo reclamar sobre los males de la sociedad sin intentar una solución ni siquiera lo es. Equipo de Amigos Solidarios es mi utopía y la de todos los utópicos que la comparten conmigo. Este proyecto nunca va a ser una realidad, porque cada vez que un proyecto se alcanza aparece otra utopía y otra, y otra. Esa hermosa decisión de vivir…
Gonzalo Fliguer
Director estratégico del
Equipo de Amigos Solidarios