Hace un mes, en conjunto con el merendero Dios Al Rescate (DAR), organizamos una jornada de atención pediátrica gratuita a la que asistieron 50 chicos y chicas. Ya tenemos los resultados. Y la misión, lejos de cumplirse, recién está comenzando.
Los profesionales de la salud y sus ayudantes, que pusieron el cuerpo y alma para mejorar la calidad de vida de medio centenar de pibes y pibas en situación de vulnerabilidad, nos entregaron los números finales. De estos diagnósticos se desprenden otros que exceden a la ciencia médica.
Los casos de desnutrición tienen su lógica en las cordilleras de basura que marcan los límites de Nicole. Hay parásitos dentro de nuestros chicos/as porque la salud pública no halló su lugar en el barrio. Existen tuberculosis, afecciones cardíacas y pulmonares en idénticas proporciones con la indiferencia, la desidia y la desigualdad.
Pero también disponemos de un diagnóstico que ilusiona. Hoy hay decenas de pibes y pibas que pueden apostar por una mejor calidad de vida gracias al trabajo en conjunto de profesionales, de vecinos del barrio, de gente que colabora con causas nobles sin pedir recompensas. Con corazones de semejante calibre, no existe montaña de desperdicios que no podamos escalar.