“Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper”.
La leyenda del “hilo rojo” tiene su origen en el Oriente más lejano, aunque tuvo sus adaptaciones a culturas más cercanas a nosotros. “Destino”, “señal”, “acto de Dios” o, para los más escépticos, simplemente “casualidad”.
Karina y Andrea son médicas pediatras. En el marco de su profesión, no necesitan que nadie les cuente la realidad sanitaria de muchos chicos y chicas de la provincia de Buenos Aires. Un día no lo toleraron más. Se miraron a las caras y se prometieron luchar contra la desigualdad de alguna manera. ¿Pero en qué forma? ¿Por dónde empezar?
Al mismo tiempo, en otro rincón del conurbano bonaerense, el Equipo de Amigos Solidarios se quemaba las pestañas buscando profesionales para la acción pediátrica en Barrio Nicole. Nadie puede saber si hay un hilo rojo, un destino escrito o una concatenación de eventualidades. Pero una tarde, ambos caminos se entrecruzaron.
No hay una explicación incuestionable. Lo metafísico no resiste análisis racional, pero tampoco las casualidades. En esta puja de teorías opuestas, nosotros elegimos situarnos en algún lugar del medio: estamos convencidos de que por todos lados hay señales del destino, aunque hay que tener los ojos bien abiertos para identificarlas y saber por dónde ir a buscarlas. No todo es “acto divino”. No todo está en nuestro control.
El resto es historia. Karina y Andrea, junto con el EAS, los demás profesionales y la gente de Dios Al Rescate, hicimos posible una acción solidaria espectacular, mejorándoles la calidad de vida a medio centenar de pibes y pibas de Nicole. Y todo comenzó con un acto sin explicación. Creer o reventar.