Quienes nos conocen saben que tenemos nuestra propia definición del término “solidaridad”. Darle comida a un hambriento, ropa a un necesitado y juguetes a un niño es sólo la primera dimensión de nuestro propio concepto de ayudar. Somos conscientes de que las urgencias resurgen cada día y que el impacto social que buscamos está más allá de lo que se percibe a simple vista.
El invierno pasado visitamos Barrio Nicole, uno de los tantos pueblos carenciados del Gran Buenos Aires. Julio y Lorena nos abrieron los brazos del merendero Dios Al Rescate (DAR), un comedor que también funciona como “escuela de valores”, donde los pibes y pibas en situación vulnerable reciben alimento, educación y contención.
Pero no nos limitamos a trasladar las donaciones: además, dialogamos con los habitantes del pueblo a corazón abierto, indagamos en sus almas, entablamos un vínculo y conocimos en profundidad sus necesidades más apremiantes, de esas que para nosotros son tan cotidianas como para ellos inaccesibles.
Entendimos que la enorme lista de urgencias que tienen los chicos y las chicas de Nicole está encabezada por las condiciones de salud. Desde aquella fría tarde de junio que no paramos de maquinar, de diagramar, de planificar, de soñar qué podemos hacer por ellos/as.
Nueve meses después, aquí estamos. Volvemos a Nicole, pero no vamos a llegar solos ni con las manos vacías: nos acompañan dos pediatras y un odontólogo. Detrás de nuestros autos estacionarán camionetas con camillas, balanzas y elementos de cuidado básico. Y como complemento, no faltarán folletería y herramientas de información elemental.
El próximo sábado, alrededor de 50 pibes y pibas del barrio tendrán acceso a aquello que nunca debería faltarle a nadie. Ese es el resultado de nuestra utopía. Ese es el impacto que en el Equipo de Amigos Solidarios nos gusta lograr.