Rosita

Santa Anita es un pintoresco pueblo de Entre Ríos, muy cercano a Concepción del Uruguay. Típico poblado del centro de nuestro país con mucha actividad rural, en donde fabrican unos salames espectaculares y la siesta es obligada.

“No vayas a confundirlo con Santa Ana, eso queda cerca de Paraná”, nos retó Rosita, orgullosa de sus orígenes. Como también ocurre con muchos jóvenes que pasaron su adolescencia en estos poblados, ella decidió ir a Buenos Aires a estudiar y probar suerte. Su sueño era ser modista y sabía que iba a lograrlo en la gran ciudad.

Gracias a su perseverancia fue logrando los objetivos. No sólo pudo aprender el oficio, sino que logró comprar su primera máquina de coser. “Nunca tuve una máquina que funcionara tan bien como esa, las cosas de antes eran mejores”, nos dijo. También nos contó que poco a poco su clientela fue creciendo y hasta llegó a comprarse una máquina moderna. “¿Podés creer que la compré en 24 cuotas? ¡Lo que me costó pagarla!”, nos explicó muy emocionada. Entonces empezó a hacer vestidos de novia y de quinceañeras, algún traje para ir a trabajar, alguna pollera para una ocasión especial… Así pasaron más de cuarenta años de trabajo.

Hoy Rosita mantiene los mismos ojos celestes hermosos de su juventud y la misma emoción cuando habla de su oficio, pero poco a poco se fue cansando de tanta actividad. De a poco fue entregando como herencia sus conocimientos y sus aparatos a sus familiares, deseosa de que continúen con su proyecto de vida. Y también se comunicó con nosotros…

Como se enteró que íbamos ayudar a Alud, que brinda cursos de costura (entre otros) a personas que se están recuperando de adicciones, sintió que ese era su destino. Nos pidió que sus primeras máquinas -esas que con tanto esfuerzo logró comprar-, sus maniquíes, sus retazos y sus hilos formaran parte de tan maravilloso proyecto. Y también se ofreció a dar clases cuando lo necesitemos. Porque esa jovencita que vino desde Santa Anita con mucha ilusión ahora tiene la capacidad de enseñar. Porque sabe que estos vínculos, esa predisposición y esa solidaridad son las que van a permitir que todas las Rositas del país tengan las mismas oportunidades y los mismos sueños que tuvo ella.