Esta no es la historia de superhéroes ni de individuos con dones sobrenaturales. Tampoco es el cuento de alguna ONG multinacional respaldada por alguna gran empresa que necesite lavar su imagen corporativa. Ni siquiera una OSC local. No. El protagonista de esta historia es nadie.
Nosotros somos ese nadie. Porque no nos conocen y no movemos el amperímetro de la economía. Nuestros rostros se disuelven en la masa de clase obrera que labura un promedio de ocho horas por día y llega a fin de mes con la calculadora en la mano, luchando contra crisis tan inentendibles como interminables. Personas que, como vos, tienen familias y proyectos, sueños y frustraciones, corajes y miedos.
Así, un día cualquiera en nuestras vidas cotidianas, nos enteramos a través de las redes sociales del colegio La Salle (San Martín) que una inundación cacheteó con fuerza a familias de Villa Hidalgo, provincia de Buenos Aires. Inmediatamente nos contamos la novedad entre nosotros mismos. Nos preguntamos: ¿aun dentro de nuestras limitaciones, podemos hacer algo? ¿Está a nuestro alcance la solución?
Sí, podemos. Y no lo pusimos en duda ni por un instante.
No se requieren superpoderes ni una jugosa cuenta bancaria en dólares para poder extenderle una mano a quien no puede solo. Apenas se necesita estar atento y mantener activado el radar de la empatía.
De esta manera, mientras dos de los nuestros contactaron a la Química San Martín para conseguir artículos de limpieza, otros, pensando en la urgencia de agua potable, ya se estaban comunicando con la empresa Ivess. En menos de un día, llenamos un par de autos para enviar al centro de recolección de las donaciones.
El día de mañana, nos levantaremos de la cama para cumplir con nuestra rutina, como cada amanecer. Seguiremos siendo nadie de ningún lado, sin ningún superpoder y con nada para ofrecer. Pero hoy, los “nadies” como vos y yo, desde el anonimato de la masa y sin mover un milímetro de la macroeconomía, pusieron al mundo de cabeza.
Y si te queda alguna duda, preguntale a la gente de Villa Hidalgo si su horizonte no es un poco más claro que ayer. ¿De qué otra manera se cambia el mundo?