Todo aquel que ingrese por las puertas del edificio de ALUD, mientras se limpia los pies en la entrada, sentirá una atracción inevitable hacia la pared de la derecha. Una obra de arte elaborada con cierta técnica “vintage” pero con contenido actual nos sacude los sentidos, los golpea y penetra como un láser a lo más recóndito de nuestras mentes.
Lo que propone el cuadro es un choque en muchas dimensiones. Por un lado, temporal: pasado y presente se funden en una imagen. Por otra parte, un golpe al sentido común: ¿por qué una pintura y no una fotografía? ¿Desde cuándo las “obras de arte”, en lugar de ilustrar guerreros o reyes, muestran a protagonistas anónimos de una época contemporánea a la tecnología avanzada?
Ese cuadro no debería estar ahí. No debería ser como es. Precisamente por eso “está” y “es”: para confundir. Para torcer esa “normalidad” cultural que todos llevamos impregnada. Para sacudir los prejuicios. Para golpear en el alma a todos los que crucen esa puerta de entrada.
Cuenta la leyenda del cuadro que aquellos cuatro individuos estuvieron entre los primeros “pacientes” de ALUD. Cada uno con su desgarradora historia personal, cruzaron sus vidas en ese mismo edificio. Los cuatro lucharon contra sus problemas y contra sí mismos, pero también contra la indiferencia, la discriminación y la injusticia que reinaba y sigue reinando allá afuera.
Escoltados por una versión de Gladys más juvenil (menos canosa y con algunas arrugas menos, aunque con el mismo vigor de hoy), el cuarteto peleó hasta apagar las llamas de sus vidas. Perdieron, pero ganaron. Y hoy son inmortales.
No es casualidad que esté ahí el cuadro que no debería ser. La obra invita a todo aquel que pone un pie en ALUD a sacar conclusiones de todo un poco. El pasado y presente. La normalidad y la anormalidad. Los enigmas. Los prejuicios. Los mitos y leyendas urbanas. Que todos somos guerreros en nuestro propio campo de batalla. Que allí podemos ser héroes, villanos o pasar inadvertidos.
Entonces, ¿por qué un cuadro en lugar de una fotografía? Porque lo que se sale de la norma obliga a reflexionar. Ese es el mensaje del cuadro que no debería ser.