Transformar la impotencia en oportunidad

Sabíamos que Viviana, la encargada de Los Pequeños Gigantes, tenía algunos problemas con el lugar donde formó su comedor. Ella estaba desesperada, pero no entendíamos del todo que pasaba. Entonces nos comprometimos a averiguarlo bien.

Viviana nos mostró el baldío en donde pudo hacer su casa. Un baldío compartido con otros obreros también del interior del país (ella y su marido son correntinos), que llegan a Buenos Aires buscando un futuro. Todos ellos trabajan en una fábrica de cajones de madera ubicado en frente. El espacio prestado en el baldío es una parte del sueldo de todos esos trabajadores. Y ahí mismo, en ese pedacito de lugar, no sólo pudieron armar su casita y su familia, sino que además hicieron su comedor.

Esta semana, los dueños de la fábrica le dijeron que ya no puede seguir con su comedor ahí. Pero Viviana ya consiguió otro lugar más grande y con paredes de ladrillo, a donde se podrá mudar próximamente. Entonces, nos pusimos a pensar juntos qué cosas le faltan más allá de las que ya pidió. La mercadería la deja en el suelo, entonces va a necesitar una estantería. La comida en la olla la revuelve con una madera grande, entonces le vendría bien una cuchara. Los fideos los cuela poniendo la tapa sobre semejante olla, entonces necesita un colador. Además, también pensamos en cómo mejorar las clases de apoyo o cómo aplicar los cursos de nutrición que está haciendo.

Mientras hablábamos con ella, ya estábamos pensando de qué manera debíamos continuar el contacto, porque hay mucho para hacer para conseguir todo lo necesario y armar un buen proyecto.

Las sensaciones fueron muchas: impotencia, ansiedad, emoción, afecto. Estar cada vez más seguro de que las injusticias dejan de existir participando y ofreciendo lo que tenés, no lo que te sobra. Que perdemos mucho tiempo criticando en lugar de solucionar. Y que vamos a lograr muchas cosas con Viviana.